Un antiguo conflicto fronterizo entre Tailandia y Camboya ha estallado en los enfrentamientos más mortales en años, con al menos 34 personas muertas y más de 160,000 desplazadas. La lucha se centra en territorios en disputa y antiguos templos a lo largo de su frontera compartida, con ambos lados intercambiando acusaciones y lanzando ataques aéreos y de artillería. Los esfuerzos internacionales, incluida la mediación de Malasia y la presión del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, han llevado a ambos países hacia conversaciones de alto el fuego, pero la violencia continúa. El conflicto ha tensionado la estabilidad regional, ha perturbado a las comunidades locales y amenaza los intereses económicos, especialmente el turismo. La situación sigue siendo volátil mientras los líderes se preparan para negociaciones en Malasia.
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